2007/08/21

Magros

Mientras atravesaba aquellas curvas oscuras y pronunciadas, escuchaba sus dudas insignificantes deseando besarla.
- Mira, si lo prefieres podemos dar la vuelta, como quieras. Yo no quiero que te sientas incomoda, ni te arrepientas ni nada de eso. No pasa nada, si quieres arreglarlo primero con él, como veas...- No recordaba haber echado un farol mas grande en su vida. Se moría de ganas por tenerla al fin para él sólo y no habría dado la vuelta jamás aunque se lo hubiera pedido. O por lo menos sin antes negociar hasta la muerte.
- No no, yo para nada quiero eso. Quiero estar contigo. Yo no tengo nada con nadie.-
- Pues entonces con eso basta. Deja de preocuparte porque ahora estamos aquí tu y yo, y no hay nadie más.- Dijo alejando la mirada de la carretera y posándola en su mirada.
Aparcó el coche a un ladito con cuidado. Cuando bajaron, ellos y la luna llena, que reinaba en aquel cielo desde hacía dos noches de forma consecutiva, y se reflejaba en el agua helada, iluminaban la escena.
Caminaron hasta la orilla y se tumbaron en la hierba. Y como algo natural, como si lo hubiese hecho ya millones de veces, la besó.
Y ya sólo quedó el murmullo del río, que los uniría a once mil kilómetros de distancia

Etiquetas:

2 Comments:

Blogger varanasi said...

escapadas necesarias para que el curso de la vida pueda seguir y como siempre donde siempre la luna llena acompaña hasta el más oscuro momento iluminándolo y dandole la magia inevitable.

3:01 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

la luna llena sello con broche de oro el beso y el poema que escribiste ese dia aun no lo olvido! gracias

7:53 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home