Yo, Luis Vargas II
Hace ya más de cinco años. Mi amada, mi princesa, a la cual llamaremos A, murió asesinada. Asesinada por una chica sucia, egoísta y fea. Una hija de puta a la cual llamaremos B. No quise acudir a su juicio, pero puedo imaginarme su condena. Cada vez que me encuentro con B, recuerdo de A y aunque ella no se acuerde de mi, siento un vacío enorme en mi corazón. Un hueco profundo y demoledor que me arde aun después de tantos años. Lleva más tiempo muerta que viva, pero a veces me descubro intentado convencerme de que sólo esta de vacaciones. Y es mentira.
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